domingo, 9 de octubre de 2022

EL DRÁCULA DE LA HAMMER

El honor de crear el primer Drácula a todo color recae sobre la casa productora Hammer. “Dracula” (Horror of Dracula, 1958) es muy interesante, y se podría afirmar que conserva la frescura a través de los años. El imponente Christopher Lee, enfundado en su papel de Drácula, se deja ver muy poco en la película; Van Helsing (un brillante Peter Cushing) se lleva todo el protagonismo. Estudiando a Drácula y revisando toda su mitología desde la óptica más científica mostrada hasta el momento, confiere mayor veracidad y cercanía a la historia. Uno de los escasos nexos de unión con la obra de Bram Stoker se produce en una escena en la cual Van Helsing repasa su libro de notas y escucha un fonógrafo que relata las investigaciones vampíricas llevadas a cabo por él mismo. La película posee escenas de alto valor estético, y los giros de guion son efectistas. Cabe decir que la trepidante escena final (que no desvelaremos aquí) fue en parte idea de Peter Cushing.

Viéndola, uno se pregunta (no sin cierta envidia) qué se sentiría al verla en su estreno en la gran pantalla y se comprende el renacer de las películas de terror gótico y de Drácula en particular.

“Drácula, príncipe de las tinieblas” (Dracula, Prince of Darkness,1966) es la continuación cronológica de la película anterior. Se sitúa ocho años después de la primera entrega (la película nos ofrece en su inicio un flashback a modo de recordatorio). Es, sin duda, más floja que la anterior. En este caso, Drácula (Christopher Lee) tampoco aparece demasiado en el metraje, y los personajes que protagonizan el film son poco convincentes. El hecho de que Drácula no hable durante todo el film no es casual: Lee se negó a hablar en esta película porque consideraba que el guion era ridículo.

Un momento memorable de esta película se produce al poco de llegar los invitados de Drácula a su castillo, cuando Klove, el secuaz de Drácula, revive a su señor gracias a la sangre de un invitado. La censura de la época pudo disimular la brutalidad de la escena sin eliminar la esencia de la idea. El único personaje con la suficiente fuerza para vencer a Drácula es un carismático fraile llamado Padre Sandor, interpretado por Andrew Keir. Lamentablemente, no aparece demasiado en la película, aunque sí en los momentos más decisivos de la misma.

Con respecto a la novela original, se recupera el personaje de Reinfield (olvidado en la entrega anterior) representado en la película por Lugvid. La mitología de Stoker está presente en detalles como la idea de que “el vampiro sólo puede atravesar el agua en marea ascendente, cualquier otro curso de agua sería letal para él”, así como el hecho de que un vampiro no pueda entrar en una casa si no es invitado. Con todo ello, está claro que no es la mejor película de Drácula, pero es entretenida y puede hacernos pasar un buen rato. Lee la contaba como su última película de Drácula, pero afortunadamente para nosotros, no fue así.

“Drácula vuelve de la tumba” (Dracula Has Risen from the Grave,1967) es la continuación de esta saga de películas. La calidad del filme sufre una caída (estrepitosa) con respecto a las entregas anteriores. Sin embargo, podemos sacar algunos aspectos positivos. El planteamiento argumental es original, aunque sólo sea por el hecho de que Drácula consiga hechizar a un sacerdote y mantenerlo bajo su voluntad dentro de un guion que confiere a la fe religiosa un gran protagonismo. A nivel técnico, lo más destacable es la utilización de filtros de color que dotan a la película de un halo onírico muy apropiado y que convierten a la escena de los tejados en la más bella de todo el metraje. De nuevo, Drácula se deja ver muy poco, pero todo aquél que haya visto esta película estará de acuerdo en que se trata del Drácula más escurridizo y resistente a la muerte de toda la saga Hammer.

Con la película “Prueba la sangre de Drácula” (Taste the Blood of Dracula,1970) se puede considerar que la saga ya ha pasado el límite de lo aceptable. La película dibuja a un príncipe de las tinieblas poco aterrador y fácil de vencer: por lo que no inspira mucho terror. Drácula (resucitado por unos ricachones ociosos) se dedica a utilizar a otras personas como herramientas para hacer el mal, mientras un joven le hace frente para salvar a su amada de las garras del vampiro.

“Drácula 73" (Dracula A.D.1972,1972) no tiene continuidad con las películas anteriores y se intenta modernizar el género llevando al personaje al Londres de los años setenta. Unos jóvenes curiosos reviven Drácula, quien se limita a estar siempre en el mismo escenario esperando a que le traigan a sus víctimas. A pesar de reunir de nuevo a Lee y Cushing, cosecha malos resultados, ya que, entre otras cosas,  el personaje estaba completamente encasillado y no ofrecía nada nuevo al espectador: alguien resucitaba a Drácula, éste hacía el mal durante un tiempo y llegaba alguien que le vencía. Siempre el mismo patrón. La película se sostiene por Peter Cushing. No se puede decir que se haya logrado una atmósfera de terror creíble, ya que la música disco setentera utilizada en la banda sonora no ayuda.