miércoles, 29 de mayo de 2024

QUINCEAÑERA



QUINCEAÑERA

Armando Ramírez

 

AL AMANECER LA vivienda donde vive el Alejo huele a sueños desmañanados y olores acumulados, los ronquidos y los empujones ordenan la quietud de ese cuarto-total. Cuarto-habitacion. Cuarto-con-tapanco. Cuarto-sala. Cuartoconvivencia. Cuarto-comedor. Cuarto-cristiandad. Cuarto-hechos-bolita.

A la hora del despertar la Madre despabila al jefe de la familia, el Padre, cabrones, el que lleva el gasto, el trabajador de por vida, de por castigo. De por primeramente Dios.

El padre despega los parpados y se deslumbra en la penumbra del Cuartosacrificio. Mira a su lado y encuentra el cuerpo ajado de su esposa, su vieja, la buena de Doloritas, cuerpo poseido de la madre abnegada, el cuerpoconformidad de la compañera resignada, el rostro demacrado con la infinita educación para el sufrimiento, su boca está hecha de escupitajos y palabras guerreras. La mira informe, la mira cansado, la mira ya sin el mirar del cachondeo. Se sabe con toda la certeza de la fatalidad que es el viejo de su vieja y el Padre-temor de los niños dormidos, de esos niños regados acurrucados por el tapanco y el suelo del cuarto-dormitorio…

Sabe que tiene que pararse de la cama y apretar el clutch y luego meter el acelerador y preparar la transa diaria.

Salta ligerito en calzoncillos y se persigna parado ante la virgen de Guadalupe, de calendario, que está en la pared alumbrada por una veladora de sebo.

Su vieja se desvanece hacia un costado por la azotehuela. Lleva su viejo vestido en la mano. La imagen que se le queda —al viejo—, es el fondo deslavado sobre las carnes flojas de ella…

Los dos están en la cocina.

Se encuentran, se ven sin un saludo, sin cruzar una palabra, existe un gruñido familiar, cotidiano como una bendición de la santa cruz.

Ella prepara el cafe con leche, el Padre apretando su cinturón busca un bolillo, tiene el tronco de su cuerpo desnudo, y no es por nada, se sabe fuerte, todavía, capaz de resistir el frío de la mañana. Va a la pileta y salpica de agua su rostro, se mira los ojos en el pequeño espejo que cuelga en la pared descarapelada, se mira los dientes, se los enjuaga con buches de agua. Toma un trapo sucio de por ahí, se seca las manos y la cara, se siente rosagante, despierto, activo, silba una tonada y se anima a cantar como Pedro Infante: «A través de las olas la luna de plata…»

Entra al cuarto-ropero y se pone una playera… Oye la voz de Doloritas: «Ya vente a desayunar…», le llegan los recuerdos olorosos del chorizo y la textura de la tortilla recalentada, ya sabe cual sera su almuerzo, hoy, cuando pare de trabajar un rato en el taxi…

Va a la cocina entre resignado y me vale madre, bebe un trago de cafe de su pocillo y mordisquea una telera, se mira en el espejo, se peina a la Pedro Infante, se guiña un ojo y hace una O con su boca como si fuera Pedro Infante, sabe que le da un aire a Pepe el Toro (y nunca se cansara de maldecir al Iztacihuatl y al Popocatepetl porque le quitaron a la Chorreada, ¿como que quien? Blanca Estela Pavón). Mira a su vieja, le entra el entusiasmo, cree que es la Chorreada y le dice:

«¿Que pasó viejita, ándele, ándele, apúrese, ya se hace tarde, despierte al Alejo, ese escuincle tiene ya que ir educándose a chingarse desde chavito, no hay de otra, chingarse y estudiar…»

La Mamá viendo sin ver las parrillas de la estufa de gas contesta:

«Ese Alejo no es mala cabeza, ojala y que siga estudiando, que no le de lo loco con las chavas, ya ves luego como se descarrían.»

Se quedan en silencio, cómplices, la desgracia los hace quererse sin palabras, a pura fuerza de chingadazos, no hay palabras de amor, no ademanes de afecto, pura vibración, pura emoción reprimida.

La Mamá grita en el sueño del cuarto-útero: «Alejo, levántate cabrón, es muy tarde, don Chente es muy enojon.» El PApá con cariño mal contenido agrega:

«Orale cabrón escuincle, no sea guevon, que no oyó a su madre, yo no le grito, yo subo con un cinturón y lo levanto… El primer dia que va a trabajar y llegando tarde… Mira nada mas guevoncito…»

SE oyó un salto ligerito, luego el roce de las ropas sobre el cuerpo.

El Papá volvio a mirarse en el espejo, se palpó el pelo y cantó:

«Pa las mujeres bonitas que son de mi adoración… de Altamira tamaulipas traigo esta alegre canción…»

Alejo desmañanado se aparece en la azotehuela camino a la pileta.

El Papá lo mira midiendo su crecimiento, se siente bien, ve a la Doloritas, le revisa las nalgas, se las agarra y se despide: «Ya me voy vieja, vengo hasta la tarde… Y usted cabrón obedesca a su madre, hay que chingarle…»

El Alejo sabe que no tiene chance de responder, que no tiene derecho, que tiene que agachar la cabeza, que para eso son los padres. A veces quisiera mandarlos a la chingada pero no es capaz. Va a la cocina, y también de un trago se toma el cafe con leche, lo único que quiere es salir de la vivienda.

Sale de la vivienda. Grita y salta por todo el Patio de la vecindad. A esas horas, lo sabe suyo, vacío, todo hueco, todo aire, sol y frío.

 

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EN EL MERCADO a las doce del dia todo es así: La loquera, la loquera en canasta y delantal, con platicas a mitad de la calle o entre puestos.

Las comadritas se encuentran en la mejor disponibilidad para charlar a flor de asfalto…

«Su hijo, el mas grande es muy inteligente. Ya lo vi que está yendo a la Universidad. Ojala y ora que salga entre a trabajar al gobierno, ahi hay muchos pesos… Mi hija la cecilia ya salió de la primaria, ya la metí a estudiar secretaria en ingles. Ojalá y se ponga abusada. Orita que me sonríe diocito pos la mantengo pero cuando no pos no por eso mas le vale estudiar…»

«Y sí le va a hacer su fiestecita de quince años a su cecilia? o ¿no?»

«¡Como no, comadre! Ese gustito sí me lo voy a dar. Ora que tengo botellas de whiskye escoces y unos dolares me canso. Lo que me apura es el maestro de vals. Quiero uno bueno no tarugadas. Que me cueste pero que brille…»

«Yo conosco uno comadrita, es muy bueno pero es un vago de Preparatoria. Es porro, pero eso sí le hace unos valcecitos muy bonitos.»

«Uuuuy comadrita no sabe como se lo agradecería si me lo mandara…»

«Pos yo se lo mando pero a’i usted sabe…»

«Nada mas es para el vals, comadrita…»

«Bueno comadrita pos se lo mando. Y cuídeme a la cecilia ya ve que se está poniendo bien bonita… Y ya está en edad de merecer…»

«A fuerzas comadrita, nada de novios orita que se reciba de secretaria en ingles primero.»

«Pos ya me voy comadrita, que esté usted bien, me saluda al compadrito.»

«Gracias comadrita. Nada mas no se le olvide lo del maestro de los quince años.»

«Pierda cuidado, comadrita…»

 

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CECILIA AL SOL, Cecilia en la calle, Cecilia caminando, Cecilia ha salido de su casa, Cecilia es cuidada por sus hermanos, Cecilia es piropeada por todos los chavos del barrio, Cecilia se sabe hermosa… Cecilia va a cumplir quince años dentro de unos meses… Cecilia, Lo sabe, está en edad de merecer…

Cecilia camina derechita con sus pantalones de mesclilla americanos comprados en Laredo. Cecilia lleva unas bolsas grandes de plástico con palabras en ingles… Cecilia de esas bolsas tiene muchas en su casa, Cecilia lleva una playerita que dice: Jordache y unos tenis Nike se los dio su Mamá…

Su Mamá quiere mucho a Cecilia. Cecilia es la más chica de todos sus hermanos. Cecilia tiene un Papá que como su Mamá de repente se desaparece por varios dias… Otros dias su Papá está en la casa pero siempre de mal humor, a veces, está sentado en la mesa del enorme comedor que tienen contando fajos de billetes viejos y cuando tiene dólares usa una sumadora de bolsillo para hacer sus-cuentas…

Otros días la Mamá y el Papá aparecen con muchos paquetes envueltos tipo americano, llegan personas y se los llevan, su Mamá les dice cuanto le quedan a deber…

Cecilia igual que el ALEjo vive en una vecindad pero no igual a la del Alejo. Esta está bien cuidada, el saguan es de azulejos y con un altar de la Virgen de Guadalupe con floreros de latón a sus lados y flores frescas siempre, tiene una lamparita eléctrica que no necesita electricidad y nunca se apaga, es del otro lado (el otro lado es la frontera de Estados Unidos).

En esta vecindad todas las viviendas están remozadas, ellos viven en el seis y rentan también el siete como bodega. Antes vivían amontonados pero ahora han construido unos tapancos bien bonitos…

Pero Cecilia todo esto no lo sabe bien a bien, juzga que no la entienden y la han obligado a ir a la Secundaria, Ella no quería ir pero su Mamá la presionó, le dijo «Hija de la chingada vas porque yo mando en esta casa…»

Y es que la mera verdad, a ella, eso de los libros y las tareas no le gustan. Ella quiere bailar, cambiarse de ropa dos o tres veces al dia, estarse viendo en el espejo y sonreirle a los chavos…

 

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APRETO DURÍSIMO LOS frenos, su pie derecho arrastró la tierra del suelo, saltó de la bicicleta al estilo de los vaqueros, dejó correr la bicicleta guiada superficialmente por sus manos… cuando quiso reaccionar la muchacha ya estaba en el suelo, la llanta trasera de la bici sobre sus piernas. Alejo empujó la bicicleta estrellándose en la banqueta. La muchacha parándose con trabajos gritaba: «¡Idiota, idiota, idiota, idiota, ciego, que no ve, voy a traer a mihermano  para ver si se fija…»

Alex espantado acertó a exclamar: «Uuuuy pinche vieja apretada…»

Trató de ayudarla pero la muchacha se enojó mas.

El Alejandro se encarriló: «Todavía que uno la quiere ayudar se pone al brinco. ¡Babosa…!»

«Babosa lo seras tu, me atropellas y me insultas. ¡Baboso!» Los mirones comenzaron a hacer la bolita.

Una camioneta de mudanzas con sus cábulas arriba les gritaron riéndose bonito y sabroso: «Ya cásense, mucho arguende para naaaada, ¡zuuuurrale al oido!» Claxonazos a discreción daba un coche rojo para que la Camioneta de cábulas avanzara rápido.

De repente frenó el chafirete del deportivo rojo, se bajó con afan de zumbarle al que se dejara.

La muchacha corrio hacia el Chancho del rojo.

«me atropelló manito…»

El Chancho le pareció al Alex Chanchísimo asi y todo se dijo: «no le saque.»

Argumentó cuando el Chancho embestia: «Cálmate, ponte con uno de tu tamaño, yo estoy chavo y tu ya estás guevoncito.»

«Y por que te pones con mi hermana, ella es mujer.»

«no se fija cuando cruza la calle, parece que va enamorada…»

«¿Y quien va a pagar las curaciones?»

«¿Las curaciones, cuales?»

«¡ve como la dejaste!»

«uuuy ni que fuera de oro»

La bolita ya era una muchedumbre. Una señora con canasta del mandado gritó: «Ya dejalo, es un niño y tu eres un labregon, ponte con uno de tu tamaño…»

La muchalumbre se solidarizó con el débil: «fue un accidente, nadie tuvo la culpa…»

El Alex se aliviano, vio al Chancho inmenso, altote, gordo. Quiso tener los veinte años del animal y no los quince cumplidos que tenia. Reviró hacia la muchacha, la sintió bonita. Trató de levantar su bicicleta.

El Chancho alcanzó a darle una patada en las nalgas. Y va de hocico el animal.

«no sea cargado, ya dejelo»

La hermana agarró al Chancho que quería seguir pateando al chavito.

«dejame darle otras patadas para que se eduque»

«ya dejalo me atropelló sin querer…»

El Chancho se volteó contra la hermana, la agarró por los cabellos:

«Cabrona loca orita te me vas para la casa…»

Una señora chillona soltó un buscapies: «Ya se van a robar el coche rojo…»

Otro de la mechadumbre gritó: «Ya se llevan el estereo…» El Chancho arrastró a la muchacha hacia el coche y la metió a empujones. El Chancho miró hacia la bolita que hacía bulla. Regresó contra el Alex y su bicicleta. Le soltó una patada. Alex la esquivó doblando sus piernas. El Chancho se encabronó y preparó el desconton…

«¡Cálmese muchachon, pongase con uno de su tamaño, aca el Alex está chavalin, no se manche con el, si le hizo algo va conmigo la bronca.»

Las mujeres arremolinadas se comenzaron a reir agudamente.

El Pitillo se comenzó a escupir las palmas de sus manos luego se las talló en las piernas y se puso en guardia con los puños bien apretados. El Chancho miró con espanto al señor de un treinta y tantos de años.

Alejandro veia hacia el interior del auto, la chavita lloraba y miraba sin rencor al Alex.

El Chancho sacatón burbujea su tatacha: «puus se puso al brinco… atropelló a mi hermana… le puse sus guantazos…» La bolita explaya su lenguaje: «Ujule no que muy aca…», «ese es chiva…»

La señora verdulera del puesto cuarenta y cinco del mercado jala al Alex hacia su cobijo.

El Chancho ante el acecho del Pitillo se hace para atras: «Bueno, ya estuvo, pero si mi hermana se enferma yo vengo a buscar a ese guey para que pague las curaciones…»

La gente chilla: «No que muchos pesos, pinche fayuquero hasta lloron es…»

El Pitillo Machin sopla su verbo: «Sesgúele de aqui muchachón…»

El del rojo se fue quemando sus llantas y la hermana llorando…

Pitillo ve al Alex, le recomienda: «Abusado, no se deje de nadie y si está grandote agarre un palo y sorrajeselo entre la jeta y la cabeza.»

El Alex no dijo nada, se miraron, rieron. La bolita comenzó a deshacerse. El Pitillo agarró del brazo a su Verdulera y se alejaron.

Una viejita pasó junto al Alex y le dijo: «Ay mijito de la que te salvaste.»

 

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LA CALLE DONDE está su vecindad es derechita, con montones de basura a cada rato. En su acera hay otras vecindades y accesorias que son talleres de todo y de lo que se pueda. Los colores de las paredes descarapeladas están cansadas, son: amarillos huevo, azules grasicntos, rojos lodozos y algunos trechos de adobe desnudo. Cruzó los colores y los olores sintiéndose libre, escualido, fresco. Poseedor de la inocencia, Alejandro, paró hasta el saguan de sus reductos. Iba a entrar, cuando…

El patio de la vecindad ni lo concibió, el chillido de los frenos lo hicieron voltear a la velocidad del rayo (sin el trueno), le temblaron las patas, las corvas le hacían lingüi lilingüi, los huevos se los estrujó con la mano derecha sin importar la textura de la mezclilla.

El auto deportivo cuando se subió el Chancho Guey se mira se paró. Ya, el Alejo, ni se agachó para divisar al susodicho. Con el puro sudor de su miedo sabía que era ese guey.

El guey uno ochenta de estatura y como una tonelada de peso hizo por la presa presa.

El Alex, la neta, se sintió libelula engarrotada.

El fregadazo de la portezuela se oyó, secó, meco. El Chancho muy aca pisó suelo fajándose los pantalones, le sonrió al Alex, caminó jalándose la playera hacia abajo, iba a subir la banqueta cuando el Alex le mentó la madre de viva vozy con la señal del brazo. El Chancho aceleró sus botas norteñas pero el Alex ya estaba en terreno apache. El patio era su reino y el Chancho lo sabía. El guey no era tan guey, se paró en el marco del saguan, desde ahi le hizo con su mano una seña de: vas a ver… El otro, ya engallado, le mandó unos espermas con el hueco de la palma de su mano luego se agarró los testículos con las susodichas manos y enseñó al Chancho las gonadas envueltas en mezclilla. El Chancho trabado le mentó la madre chiflando, dio encorajinado la media vuelta.

El auto deportivo cuando se subió el Chancho Guey se bamboleó. Una sucesión de pedos propulsados se oyeron cuando relinchó el coche rojo.

Alex se metió a-toda-madre en la totalidad del Patio de su vecindad.

 

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LOS LAVADEROS AL atardecer son el punto equidistante de las viviendas de los muchachos.

La flota de la vecindad cotorreaba la tardecita. El Alex vio a los gandules y quiso hacerse el que se hace. No le funcionó. Flotó.

«Ora si apestas a carne de caballo.»

«Chingas a tu madre si respiras.»

Entre la exhalación y la agresión llegó a la puerta de su vivienda sin voltear a verlos, les mentó la madre con el brazo.

Riéndose le llegó al regazo. Lo invadió la paz del amor maternal.

Dolores, Lolita para las vecinas y las comadres, lo saludó: «Hijo de la chingada sigue llevándote a mentadas de madre y vas a ver con tu padre para que te rompa la madre… ¿que no tienes vergüenza? ¿Donde está la educación que recibes en la escuela?»

¿Ustedes oyeron a la mamá de Alejandro? Asi el, pasó como pasan las tolvaderas del vaso de Texcoco. Se miró en el espejo de la azotehuela. Vio de reojo a sus carnalitos, comían en el suelo pirados en la televisión, subió veloz la escalera del tapanco…

Bajó hecho un padrote internacional.

Mamá Doloritas lo fisgoneó llevando un plato de sopa de la cocinita al cuarto.

«No te me vas hasta que comas, cabrón.»

El Cabrón obedeció al segundo, se aplastó en un sillón sin patas. Sorbio la sopa de un sopetón. Aventó el plato sobre un sofá cubierto por una sabana raida. Gritó:

«Yaacabé. Mi guisado. Rápido.»

Llegó Doloritas-de-la-cocina, encabronada:

«Mira, Cabrón, el único que grita aqui es tu padre. Porque es el hombre de la casa. Los demas, todos entenados. No creas que porque das un centavo ya puedes mandar, aquí, te chingas.»

Le aventó a las manos un plato con un bistecito empanizado, ensalada de lechuga y unas pocas papas fritas.

Todo, el Alex, como por prestidigitacion, se lo tragó. Agarró el refresco familiar y ejecutó mas de la mitad de la pepsi cola. Hizo aire, luego, soltó un rebosante eructo. Su mamá gritó desde la cocinita:

«Hijo de… no seas mal educado.»

El Hijo de… se rio junto con sus hermanitos, salió corriendo de la vivienda gritando:

«Yaaame voy.»

Doloritas le gritó quien sabe que cosa.

En el patio detuvo su peregrinación. Se alisó sus ropas. Caminó como Garrufa en el arrabal. Catapultó gargajos duro y macizo contra los de los lavaderos. Alivianó el paso hasta el saguan.

La flota flotaba en pleno vacilón.

Le cayó al grupito de galancitos recargados en las puertas del saguan.

La grabadora era estereodigital. Oían música de moda, americana.

Todos cantaban en ingles sin saber que guey.

Alex se paró del lado de la calle.

Pasó un grupito de chavitas por la acera de enfrente.

El grupito les susurró.

«mamacitas están bien buenas»

Las chavitas corrieron en bolita dejando atras las risotadas. Cecilia a lo lejos, con su pantalón de mezclilla y sus tenis, se adivinó.

máscala camaleón.

Los chavitos calientes se alborotaron.

Alex sesgó su cuerpo hacia el sagúan. Le latió la niña pero no quería que lo fiscalizara.

Los compas:

«Bizcochito presta el hoyito.»

Alex, cuando se esfumó Cecilia, también comenzó a cabulear a las Lolitas.

 

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CECILIA CAMINA POR una calle del barrio rumbo al tianguis. Su mamá le dijo que llevara unas bolsas con mercancía a su socia, la señora Chavez. No es la primera vez que hace esto. Le gusta que la manden. Todo lo que sea la calle le encanta. Sabe sentirse admirada. Caminar erguida y mover un poco la cola. Experimenta placer cuando los jovenes la revisan de arriba abajo, que le chiflen o se imaginen.

A Cecilia le gusta pasar enfrente de la vecindad vieja y olorosa, la bolita de jovenes siempre en la tarde está. Ahi, el chavito que la atropelló con la bicicleta se hace presente, solo cuando la ve venir se esconde de ella, ella se da cuenta y le gusta un monton eso.

Cecilia cuando oye el barullo que arma su presencia, mustia, agacha la cabeza y mira de reojo al saguan buscando al Alex. Oye los gritos y los chiflidos como sin oír luego levanta la cabeza y se aleja jacarandosa.

La calle era una clasica calle de barrio aca, cochina y llena de gente. En la esquina comenzaba el tianguis: los puestos armados de varilla y techos de lona hacían cola en los bordes de las banquetas.

La calle, asi, era como un patio de vecindad. Todos compran todos venden, todos tranzan, todos comen o arremedan.

En la calle Cecilia era bien vista y mejor recibida por ser hija de quien es.

La chavita bonita ambo con la señora Chavez cobijada por los gritos resudantes del comercio reculado al anochecer. La chavez es gorda y tiene treinta y cinco años y solo se le notan como cuarenta y cinco, es morena y tiene el pelo teñido de color caoba, su risa es amasadora cuando el asunto no le atañe a uno, cuando se rie de uno entonces esa risa se vuelve putamadre…

«Quihubole hijita, pasale, como está tu mamá, ps bien verdá, ja ja ja ja ja como podría estar la guereja origenada, ps bien ja ja ja ja ja.»

«señora ¿donde le dejo esto?»

«Que pendeja. Digo, yo mihija, no creas que tu, pasalo por debajo del puesto.»

«Me dijo mi mamá que si no le mandaba.»

«Dile que me fue mal este dia mañana me repongo.»

«Bueno señora ya me voy entonces.»

«Andale hija, ten cuidado porque ya te está creciendo todo ja ja ja ja, te estás poniendo bien buena, ja ja ja ja ja…»

«Buenas tardes señora Chávez.»

«Dile a la guereja-guereja que mañana me pongo a mano con la money»

«Sí señora.»

«Ja ja ja ja ja…»

Cecilia caminó con la tarde del barrio pisando la resolana.

 

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 Dejo también el link para bajar el pdf si así lo desean:


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