QUINCEAÑERA
Armando Ramírez
AL
AMANECER LA vivienda donde vive el Alejo huele a sueños desmañanados y olores
acumulados, los ronquidos y los empujones ordenan la quietud de ese
cuarto-total. Cuarto-habitacion. Cuarto-con-tapanco. Cuarto-sala. Cuartoconvivencia.
Cuarto-comedor. Cuarto-cristiandad. Cuarto-hechos-bolita.
A la hora del despertar la Madre despabila al jefe de la
familia, el Padre, cabrones, el que lleva el gasto, el trabajador de por vida,
de por castigo. De por primeramente Dios.
El padre despega los parpados y se deslumbra en la
penumbra del Cuartosacrificio. Mira a su lado y encuentra el cuerpo ajado de su
esposa, su vieja, la buena de Doloritas, cuerpo poseido de la madre abnegada,
el cuerpoconformidad de la compañera resignada, el rostro demacrado con la
infinita educación para el sufrimiento, su boca está hecha de escupitajos y
palabras guerreras. La mira informe, la mira cansado, la mira ya sin el mirar
del cachondeo. Se sabe con toda la certeza de la fatalidad que es el viejo de
su vieja y el Padre-temor de los niños dormidos, de esos niños regados
acurrucados por el tapanco y el suelo del cuarto-dormitorio…
Sabe que tiene que pararse de la cama y apretar el clutch
y luego meter el acelerador y preparar la transa diaria.
Salta ligerito en calzoncillos y se persigna parado ante
la virgen de Guadalupe, de calendario, que está en la pared alumbrada por una
veladora de sebo.
Su vieja se desvanece hacia un costado por la azotehuela.
Lleva su viejo vestido en la mano. La imagen que se le queda —al viejo—, es el
fondo deslavado sobre las carnes flojas de ella…
Los dos están en la cocina.
Se encuentran, se ven sin un saludo, sin cruzar una
palabra, existe un gruñido familiar, cotidiano como una bendición de la santa
cruz.
Ella prepara el cafe con leche, el Padre apretando su
cinturón busca un bolillo, tiene el tronco de su cuerpo desnudo, y no es por
nada, se sabe fuerte, todavía, capaz de resistir el frío de la mañana. Va a la
pileta y salpica de agua su rostro, se mira los ojos en el pequeño espejo que
cuelga en la pared descarapelada, se mira los dientes, se los enjuaga con
buches de agua. Toma un trapo sucio de por ahí, se seca las manos y la cara, se
siente rosagante, despierto, activo, silba una tonada y se anima a cantar como
Pedro Infante: «A través de las olas la luna de plata…»
Entra al cuarto-ropero y se pone una playera… Oye la voz
de Doloritas: «Ya vente a desayunar…», le llegan los recuerdos olorosos del
chorizo y la textura de la tortilla recalentada, ya sabe cual sera su almuerzo,
hoy, cuando pare de trabajar un rato en el taxi…
Va a la cocina entre resignado y me vale madre, bebe un
trago de cafe de su pocillo y mordisquea una telera, se mira en el espejo, se
peina a la Pedro Infante, se guiña un ojo y hace una O con su boca como si
fuera Pedro Infante, sabe que le da un aire a Pepe el Toro (y nunca se cansara
de maldecir al Iztacihuatl y al Popocatepetl porque le quitaron a la Chorreada,
¿como que quien? Blanca Estela Pavón). Mira a su vieja, le entra el entusiasmo,
cree que es la Chorreada y le dice:
«¿Que pasó viejita, ándele, ándele, apúrese, ya se hace
tarde, despierte al Alejo, ese escuincle tiene ya que ir educándose a chingarse
desde chavito, no hay de otra, chingarse y estudiar…»
La Mamá viendo sin ver las parrillas de la estufa de gas
contesta:
«Ese Alejo no es mala cabeza, ojala y que siga
estudiando, que no le de lo loco con las chavas, ya ves luego como se
descarrían.»
Se quedan en silencio, cómplices, la desgracia los hace
quererse sin palabras, a pura fuerza de chingadazos, no hay palabras de amor,
no ademanes de afecto, pura vibración, pura emoción reprimida.
La Mamá grita en el sueño del cuarto-útero: «Alejo,
levántate cabrón, es muy tarde, don Chente es muy enojon.» El PApá con cariño
mal contenido agrega:
«Orale cabrón escuincle, no sea guevon, que no oyó a su
madre, yo no le grito, yo subo con un cinturón y lo levanto… El primer dia que
va a trabajar y llegando tarde… Mira nada mas guevoncito…»
SE oyó un salto ligerito, luego el roce de las ropas
sobre el cuerpo.
El Papá volvio a mirarse en el espejo, se palpó el pelo y
cantó:
«Pa las mujeres bonitas que son de mi adoración… de Altamira
tamaulipas traigo esta alegre canción…»
Alejo desmañanado se aparece en la azotehuela camino a la
pileta.
El Papá lo mira midiendo su crecimiento, se siente bien,
ve a la Doloritas, le revisa las nalgas, se las agarra y se despide: «Ya me voy
vieja, vengo hasta la tarde… Y usted cabrón obedesca a su madre, hay que
chingarle…»
El Alejo sabe que no tiene chance de responder, que no
tiene derecho, que tiene que agachar la cabeza, que para eso son los padres. A
veces quisiera mandarlos a la chingada pero no es capaz. Va a la cocina, y
también de un trago se toma el cafe con leche, lo único que quiere es salir de la
vivienda.
Sale de la vivienda. Grita y salta por todo el Patio de
la vecindad. A esas horas, lo sabe suyo, vacío, todo hueco, todo aire, sol y
frío.
+ + +
EN
EL MERCADO a las doce del dia todo es así: La loquera, la loquera en canasta y
delantal, con platicas a mitad de la calle o entre puestos.
Las comadritas se encuentran en la mejor disponibilidad
para charlar a flor de asfalto…
«Su hijo, el mas grande es muy inteligente. Ya lo vi que
está yendo a la Universidad. Ojala y ora que salga entre a trabajar al
gobierno, ahi hay muchos pesos… Mi hija la cecilia ya salió de la primaria, ya
la metí a estudiar secretaria en ingles. Ojalá y se ponga abusada. Orita que me
sonríe diocito pos la mantengo pero cuando no pos no por eso mas le vale
estudiar…»
«Y sí le va a hacer su fiestecita de quince años a su
cecilia? o ¿no?»
«¡Como no, comadre! Ese gustito sí me lo voy a dar. Ora
que tengo botellas de whiskye escoces y unos dolares me canso. Lo que me apura
es el maestro de vals. Quiero uno bueno no tarugadas. Que me cueste pero que
brille…»
«Yo conosco uno comadrita, es muy bueno pero es un vago
de Preparatoria. Es porro, pero eso sí le hace unos valcecitos muy bonitos.»
«Uuuuy comadrita no sabe como se lo agradecería si me lo
mandara…»
«Pos yo se lo mando pero a’i usted sabe…»
«Nada mas es para el vals, comadrita…»
«Bueno comadrita pos se lo mando. Y cuídeme a la cecilia
ya ve que se está poniendo bien bonita… Y ya está en edad de merecer…»
«A fuerzas comadrita, nada de novios orita que se reciba
de secretaria en ingles primero.»
«Pos ya me voy comadrita, que esté usted bien, me saluda
al compadrito.»
«Gracias comadrita. Nada mas no se le olvide lo del
maestro de los quince años.»
«Pierda cuidado, comadrita…»
+ + +
CECILIA
AL SOL,
Cecilia en la calle, Cecilia caminando, Cecilia ha salido de su casa, Cecilia
es cuidada por sus hermanos, Cecilia es piropeada por todos los chavos del
barrio, Cecilia se sabe hermosa… Cecilia va a cumplir quince años dentro de
unos meses… Cecilia, Lo sabe, está en edad de merecer…
Cecilia camina derechita con sus pantalones de mesclilla
americanos comprados en Laredo. Cecilia lleva unas bolsas grandes de plástico
con palabras en ingles… Cecilia de esas bolsas tiene muchas en su casa, Cecilia
lleva una playerita que dice: Jordache y unos tenis Nike se los dio su Mamá…
Su Mamá quiere mucho a Cecilia. Cecilia es la más chica
de todos sus hermanos. Cecilia tiene un Papá que como su Mamá de repente se
desaparece por varios dias… Otros dias su Papá está en la casa pero siempre de
mal humor, a veces, está sentado en la mesa del enorme comedor que tienen
contando fajos de billetes viejos y cuando tiene dólares usa una sumadora de
bolsillo para hacer sus-cuentas…
Otros días la Mamá y el Papá aparecen con muchos paquetes
envueltos tipo americano, llegan personas y se los llevan, su Mamá les dice
cuanto le quedan a deber…
Cecilia igual que el ALEjo vive en una vecindad pero no
igual a la del Alejo. Esta está bien cuidada, el saguan es de azulejos y con un
altar de la Virgen de Guadalupe con floreros de latón a sus lados y flores
frescas siempre, tiene una lamparita eléctrica que no necesita electricidad y
nunca se apaga, es del otro lado (el otro lado es la frontera de Estados Unidos).
En esta vecindad todas las viviendas están remozadas,
ellos viven en el seis y rentan también el siete como bodega. Antes vivían
amontonados pero ahora han construido unos tapancos bien bonitos…
Pero Cecilia todo esto no lo sabe bien a bien, juzga que no
la entienden y la han obligado a ir a la Secundaria, Ella no quería ir pero su
Mamá la presionó, le dijo «Hija de la chingada vas porque yo mando en esta
casa…»
Y es que la mera verdad, a ella, eso de los libros y las
tareas no le gustan. Ella quiere bailar, cambiarse de ropa dos o tres veces al
dia, estarse viendo en el espejo y sonreirle a los chavos…
+ + +
APRETO
DURÍSIMO LOS frenos, su pie derecho arrastró la tierra del suelo, saltó de la bicicleta
al estilo de los vaqueros, dejó correr la bicicleta guiada superficialmente por
sus manos… cuando quiso reaccionar la muchacha ya estaba en el suelo, la llanta
trasera de la bici sobre sus piernas. Alejo empujó la bicicleta estrellándose
en la banqueta. La muchacha parándose con trabajos gritaba: «¡Idiota, idiota,
idiota, idiota, ciego, que no ve, voy a traer a mihermano para ver si se fija…»
Alex espantado acertó a exclamar: «Uuuuy pinche vieja
apretada…»
Trató de ayudarla pero la muchacha se enojó mas.
El Alejandro se encarriló: «Todavía que uno la quiere
ayudar se pone al brinco. ¡Babosa…!»
«Babosa lo seras tu, me atropellas y me insultas.
¡Baboso!» Los mirones comenzaron a hacer la bolita.
Una camioneta de mudanzas con sus cábulas arriba les
gritaron riéndose bonito y sabroso: «Ya cásense, mucho arguende para naaaada,
¡zuuuurrale al oido!» Claxonazos a discreción daba un coche rojo para que la
Camioneta de cábulas avanzara rápido.
De repente frenó el chafirete del deportivo rojo, se bajó
con afan de zumbarle al que se dejara.
La muchacha corrio hacia el Chancho del rojo.
«me atropelló manito…»
El Chancho le pareció al Alex Chanchísimo asi y todo se
dijo: «no le saque.»
Argumentó cuando el Chancho embestia: «Cálmate, ponte con
uno de tu tamaño, yo estoy chavo y tu ya estás guevoncito.»
«Y por que te pones con mi hermana, ella es mujer.»
«no se fija cuando cruza la calle, parece que va
enamorada…»
«¿Y quien va a pagar las curaciones?»
«¿Las curaciones, cuales?»
«¡ve como la dejaste!»
«uuuy ni que fuera de oro»
La bolita ya era una muchedumbre. Una señora con canasta
del mandado gritó: «Ya dejalo, es un niño y tu eres un labregon, ponte con uno
de tu tamaño…»
La muchalumbre se solidarizó con el débil: «fue un
accidente, nadie tuvo la culpa…»
El Alex se aliviano, vio al Chancho inmenso, altote,
gordo. Quiso tener los veinte años del animal y no los quince cumplidos que
tenia. Reviró hacia la muchacha, la sintió bonita. Trató de levantar su
bicicleta.
El Chancho alcanzó a darle una patada en las nalgas. Y va
de hocico el animal.
«no sea cargado, ya dejelo»
La hermana agarró al Chancho que quería seguir pateando
al chavito.
«dejame darle otras patadas para que se eduque»
«ya dejalo me atropelló sin querer…»
El Chancho se volteó contra la hermana, la agarró por los
cabellos:
«Cabrona loca orita te me vas para la casa…»
Una señora chillona soltó un buscapies: «Ya se van a
robar el coche rojo…»
Otro de la mechadumbre gritó: «Ya se llevan el estereo…»
El Chancho arrastró a la muchacha hacia el coche y la metió a empujones. El
Chancho miró hacia la bolita que hacía bulla. Regresó contra el Alex y su
bicicleta. Le soltó una patada. Alex la esquivó doblando sus piernas. El
Chancho se encabronó y preparó el desconton…
«¡Cálmese muchachon, pongase con uno de su tamaño, aca el
Alex está chavalin, no se manche con el, si le hizo algo va conmigo la bronca.»
Las mujeres arremolinadas se comenzaron a reir
agudamente.
El Pitillo se comenzó a escupir las palmas de sus manos
luego se las talló en las piernas y se puso en guardia con los puños bien
apretados. El Chancho miró con espanto al señor de un treinta y tantos de años.
Alejandro veia hacia el interior del auto, la chavita
lloraba y miraba sin rencor al Alex.
El Chancho sacatón burbujea su tatacha: «puus se puso al
brinco… atropelló a mi hermana… le puse sus guantazos…» La bolita explaya su
lenguaje: «Ujule no que muy aca…», «ese es chiva…»
La señora verdulera del puesto cuarenta y cinco del
mercado jala al Alex hacia su cobijo.
El Chancho ante el acecho del Pitillo se hace para atras:
«Bueno, ya estuvo, pero si mi hermana se enferma yo vengo a buscar a ese guey
para que pague las curaciones…»
La gente chilla: «No que muchos pesos, pinche fayuquero
hasta lloron es…»
El Pitillo Machin sopla su verbo: «Sesgúele de aqui
muchachón…»
El del rojo se fue quemando sus llantas y la hermana
llorando…
Pitillo ve al Alex, le recomienda: «Abusado, no se deje
de nadie y si está grandote agarre un palo y sorrajeselo entre la jeta y la
cabeza.»
El Alex no dijo nada, se miraron, rieron. La bolita
comenzó a deshacerse. El Pitillo agarró del brazo a su Verdulera y se alejaron.
Una viejita pasó junto al Alex y le dijo: «Ay mijito de
la que te salvaste.»
+ + +
LA
CALLE DONDE está su vecindad es derechita, con montones de basura a cada rato. En su
acera hay otras vecindades y accesorias que son talleres de todo y de lo que se
pueda. Los colores de las paredes descarapeladas están cansadas, son: amarillos
huevo, azules grasicntos, rojos lodozos y algunos trechos de adobe desnudo.
Cruzó los colores y los olores sintiéndose libre, escualido, fresco. Poseedor
de la inocencia, Alejandro, paró hasta el saguan de sus reductos. Iba a entrar,
cuando…
El patio de la vecindad ni lo concibió, el chillido de
los frenos lo hicieron voltear a la velocidad del rayo (sin el trueno), le
temblaron las patas, las corvas le hacían lingüi lilingüi, los huevos se los
estrujó con la mano derecha sin importar la textura de la mezclilla.
El auto deportivo cuando se subió el Chancho Guey se mira
se paró. Ya, el Alejo, ni se agachó para divisar al susodicho. Con el puro
sudor de su miedo sabía que era ese guey.
El guey uno ochenta de estatura y como una tonelada de
peso hizo por la presa presa.
El Alex, la neta, se sintió libelula engarrotada.
El fregadazo de la portezuela se oyó, secó, meco. El
Chancho muy aca pisó suelo fajándose los pantalones, le sonrió al Alex, caminó
jalándose la playera hacia abajo, iba a subir la banqueta cuando el Alex le
mentó la madre de viva vozy con la señal del brazo. El Chancho aceleró sus
botas norteñas pero el Alex ya estaba en terreno apache. El patio era su reino
y el Chancho lo sabía. El guey no era tan guey, se paró en el marco del saguan,
desde ahi le hizo con su mano una seña de: vas a ver… El otro, ya engallado, le
mandó unos espermas con el hueco de la palma de su mano luego se agarró los
testículos con las susodichas manos y enseñó al Chancho las gonadas envueltas
en mezclilla. El Chancho trabado le mentó la madre chiflando, dio encorajinado
la media vuelta.
El auto deportivo cuando se subió el Chancho Guey se
bamboleó. Una sucesión de pedos propulsados se oyeron cuando relinchó el coche
rojo.
Alex se metió a-toda-madre en la totalidad del Patio de
su vecindad.
+ + +
LOS
LAVADEROS AL atardecer son el punto equidistante de las viviendas de los muchachos.
La flota de la vecindad cotorreaba la tardecita. El Alex
vio a los gandules y quiso hacerse el que se hace. No le funcionó. Flotó.
«Ora si apestas a carne de caballo.»
«Chingas a tu madre si respiras.»
Entre la exhalación y la agresión llegó a la puerta de su
vivienda sin voltear a verlos, les mentó la madre con el brazo.
Riéndose le llegó al regazo. Lo invadió la paz del amor
maternal.
Dolores, Lolita para las vecinas y las comadres, lo
saludó: «Hijo de la chingada sigue llevándote a mentadas de madre y vas a ver
con tu padre para que te rompa la madre… ¿que no tienes vergüenza? ¿Donde está
la educación que recibes en la escuela?»
¿Ustedes oyeron a la mamá de Alejandro? Asi el, pasó como
pasan las tolvaderas del vaso de Texcoco. Se miró en el espejo de la
azotehuela. Vio de reojo a sus carnalitos, comían en el suelo pirados en la
televisión, subió veloz la escalera del tapanco…
Bajó hecho un padrote internacional.
Mamá Doloritas lo fisgoneó llevando un plato de sopa de
la cocinita al cuarto.
«No te me vas hasta que comas, cabrón.»
El Cabrón obedeció al segundo, se aplastó en un sillón
sin patas. Sorbio la sopa de un sopetón. Aventó el plato sobre un sofá cubierto
por una sabana raida. Gritó:
«Yaacabé. Mi guisado. Rápido.»
Llegó Doloritas-de-la-cocina, encabronada:
«Mira, Cabrón, el único que grita aqui es tu padre.
Porque es el hombre de la casa. Los demas, todos entenados. No creas que porque
das un centavo ya puedes mandar, aquí, te chingas.»
Le aventó a las manos un plato con un bistecito
empanizado, ensalada de lechuga y unas pocas papas fritas.
Todo, el Alex, como por prestidigitacion, se lo tragó.
Agarró el refresco familiar y ejecutó mas de la mitad de la pepsi cola. Hizo
aire, luego, soltó un rebosante eructo. Su mamá gritó desde la cocinita:
«Hijo de… no seas mal educado.»
El Hijo de… se rio junto con sus hermanitos, salió
corriendo de la vivienda gritando:
«Yaaame voy.»
Doloritas le gritó quien sabe que cosa.
En el patio detuvo su peregrinación. Se alisó sus ropas.
Caminó como Garrufa en el arrabal. Catapultó gargajos duro y macizo contra los
de los lavaderos. Alivianó el paso hasta el saguan.
La flota flotaba en pleno vacilón.
Le cayó al grupito de galancitos recargados en las
puertas del saguan.
La grabadora era estereodigital. Oían música de moda,
americana.
Todos cantaban en ingles sin saber que guey.
Alex se paró del lado de la calle.
Pasó un grupito de chavitas por la acera de enfrente.
El grupito les susurró.
«mamacitas están bien buenas»
Las chavitas corrieron en bolita dejando atras las
risotadas. Cecilia a lo lejos, con su pantalón de mezclilla y sus tenis, se
adivinó.
máscala camaleón.
Los chavitos calientes se alborotaron.
Alex sesgó su cuerpo hacia el sagúan. Le latió la niña
pero no quería que lo fiscalizara.
Los compas:
«Bizcochito presta el hoyito.»
Alex, cuando se esfumó Cecilia, también comenzó a
cabulear a las Lolitas.
+ + +
CECILIA
CAMINA POR una calle del barrio rumbo al tianguis. Su mamá le dijo que llevara unas
bolsas con mercancía a su socia, la señora Chavez. No es la primera vez que
hace esto. Le gusta que la manden. Todo lo que sea la calle le encanta. Sabe
sentirse admirada. Caminar erguida y mover un poco la cola. Experimenta placer
cuando los jovenes la revisan de arriba abajo, que le chiflen o se imaginen.
A Cecilia le gusta pasar enfrente de la vecindad vieja y
olorosa, la bolita de jovenes siempre en la tarde está. Ahi, el chavito que la
atropelló con la bicicleta se hace presente, solo cuando la ve venir se esconde
de ella, ella se da cuenta y le gusta un monton eso.
Cecilia cuando oye el barullo que arma su presencia,
mustia, agacha la cabeza y mira de reojo al saguan buscando al Alex. Oye los
gritos y los chiflidos como sin oír luego levanta la cabeza y se aleja
jacarandosa.
La calle era una clasica calle de barrio aca, cochina y
llena de gente. En la esquina comenzaba el tianguis: los puestos armados de
varilla y techos de lona hacían cola en los bordes de las banquetas.
La calle, asi, era como un patio de vecindad. Todos
compran todos venden, todos tranzan, todos comen o arremedan.
En la calle Cecilia era bien vista y mejor recibida por
ser hija de quien es.
La chavita bonita ambo con la señora Chavez cobijada por
los gritos resudantes del comercio reculado al anochecer. La chavez es gorda y
tiene treinta y cinco años y solo se le notan como cuarenta y cinco, es morena
y tiene el pelo teñido de color caoba, su risa es amasadora cuando el asunto no
le atañe a uno, cuando se rie de uno entonces esa risa se vuelve putamadre…
«Quihubole hijita, pasale, como está tu mamá, ps bien
verdá, ja ja ja ja ja como podría estar la guereja origenada, ps bien ja ja ja
ja ja.»
«señora ¿donde le dejo esto?»
«Que pendeja. Digo, yo mihija, no creas que tu, pasalo
por debajo del puesto.»
«Me dijo mi mamá que si no le mandaba.»
«Dile que me fue mal este dia mañana me repongo.»
«Bueno señora ya me voy entonces.»
«Andale hija, ten cuidado porque ya te está creciendo
todo ja ja ja ja, te estás poniendo bien buena, ja ja ja ja ja…»
«Buenas tardes señora Chávez.»
«Dile a la guereja-guereja que mañana me pongo a mano con
la money»
«Sí señora.»
«Ja ja ja ja ja…»
Cecilia caminó con la tarde del barrio pisando la
resolana.
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